¿Te interesa la aerotermia o la calefacción por gas natural?

En el mundo de la energía y la calefacción, cada vez es más común escuchar términos como aerotermia, especialmente cuando buscamos alternativas eficientes y sosteniblespara calentar nuestros hogares. Sin embargo, para muchos, todavía es un concepto nuevo y no está claro cómo se diferencia de métodos tradicionales como el gas natural. 

En este artículo, analizaremos a fondo las diferencias entre una instalación de gas natural y un sistema de aerotermia, destacando las ventajas de esta última y teniendo en cuenta las previsiones de la Unión Europea (UE) sobre la eliminación progresiva de las calderas de gas natural. 

¿Qué es la aerotermia y cómo funciona?

La aerotermia es una tecnología que aprovecha la energía del aire exterior para climatizar un espacio, es decir, para proporcionar tanto calefacción como refrigeración, e incluso agua caliente sanitaria. 

Utiliza una bomba de calor aire-agua que extrae el calor del aire exterior y lo transfiere al interior de la vivienda. Aunque pueda sonar complejo, este sistema es similar a cómo funcionan los frigoríficos, pero en lugar de enfriar, se utiliza para calentar.

Una de las principales ventajas de la aerotermia es su alta eficiencia energética. Por cada kilovatio de electricidad consumido, puede generar entre 3 y 4 kilovatios de calor. Esto significa que es capaz de aprovechar hasta un 75% de energía renovable del aire, lo que la convierte en una opción mucho más sostenible y económica a largo plazo.

Gas Natural: Una solución tradicional con limitaciones

El gas natural ha sido, durante décadas,una de las fuentes más comunes de energía para la calefacción y el agua caliente en los hogares. Su funcionamiento es más simple: una caldera quema gas para generar calor, que luego se distribuye por la vivienda a través de radiadores o sistemas de suelo radiante.

Aunque el gas natural sigue siendo una opción popular por su infraestructura establecida y sus costos relativamente bajos a corto plazo, presenta varias desventajas frente a alternativas más modernas como la aerotermia. Por un lado, su combustión emite dióxido de carbono (CO2) y otros gases contaminantes que contribuyen al cambio climático. Además, los precios del gas son volátiles y están sujetos a las fluctuaciones del mercado energético global.

Diferencias clave entre Aerotermia y Gas Natural

1. Eficiencia Energética: Mientras que la aerotermia puede alcanzar un coeficiente de rendimiento (COP) de 3 a 4 (es decir, produce 3-4 veces más energía de la que consume), las calderas de gas natural rara vez superan un rendimiento del 90-95%, lo que significa que una parte importante de la energía se pierde en forma de calor no aprovechado.
2. Costes a largo plazo: Aunque la instalación inicial de un sistema de aerotermia puede ser más cara que la de una caldera de gas, el ahorro en las facturas de energía puede compensar esta diferencia en pocos años. Además, los costes de mantenimiento de la aerotermia suelen ser menores.
3. Impacto ambiental: La aerotermia utiliza energía renovable y genera menos emisiones de CO2, mientras que el gas natural sigue siendo un combustible fósil con un impacto negativo en el medio ambiente.
4. Durabilidad y mantenimiento: Los sistemas de aerotermia suelen tener una vida útil más larga y requieren menos mantenimiento que las calderas de gas, que pueden necesitar reparaciones frecuentes y revisiones periódicas.

El Gas Natural en Europa

La Unión Europea (UE) ha trazado un plan ambicioso para alcanzar la neutralidad climática en 2050, y uno de los pilares de este objetivo es reducir drásticamente el uso de combustibles fósiles, incluido el gas natural. Aunque el gas natural se considera menos contaminante que otros combustibles como el carbón o el petróleo, sigue siendo una fuente importante de emisiones de dióxido de carbono (CO2) y metano, un gas de efecto invernadero con un impacto climático muy alto.

Para avanzar hacia un futuro más limpio, la UE ha propuesto medidas concretas como parte del “Plan REPowerEU”, que pretende reducir la dependencia del gas natural, incrementar la eficiencia energética y fomentar el uso de energías renovables. Además, la normativa europea está evolucionando para limitar el uso de calderas de gas, promoviendo que los edificios nuevos sean de cero emisiones a partir de 2030.

Estos cambios reflejan una tendencia clara: el gas natural dejará de ser una opción viable a largo plazo, y los hogares europeos deberán adaptarse a sistemas más sostenibles. 

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